Que el cielo no es azul, ay, mi amor, ay, mi amor ~~ Que es rojo dices tú. Creo que piensas con los pies.

No podía evitar pensar que la familia me había mandado a llamar, el motivo ni yo le sabía, pero estaba completamente nerviosa a todo esto. Todo el camino había estado pensando o haciendo hipótesis del por que me habían mandado a llamar. Ya llevaba separada de Isao desde hace 1 año y aunque eso había sido causa de una escándalo y problema familiar, que los padres de mi ex-marido se enojarán con ambos, no había perdido el apellido ni los privilegios de la familia, les visitaba cada cierto tiempo, pero no me llamaban ellos.

Iba entrando a la casa, había dejado los zapatos a la entrada mientras usaba unas pantuflas muy cómodas, gracias al cielo que no tenía que usar los tacones en casa, seguro sería un problema, aunque las sandalias estas no interrumpían la vestimenta que llevaba. Ya dentro en la sala de estar, alcé la mirada para ver si me encontraba con alguien, pero se oía vacío, nadie estaba en casa. ¿Acaso me equivoque de lugar o de hora? No escuchaba nadie de la familia en casa, solo me senté en el sofá mientras esperaba alguien apareciesen, a lo mejor llegue temprano y no tardaban en llegar.

Me habían mandado a llamar, aunque estábamos divorciados con Satomi a veces necesitaban que viniera para algún asunto oficial, pero esperaba que no lo hubieran hecho esta vez, por que no tenía muchas ganas de verla, pero claro cuando me salía algo bien a mi...
Al entrar en la sala me encontré con Satomi allí de pie, estuve a punto de girarme e irme, pero acabé por entrar.
-Satomi...- Más seco y era zuela de zapato. Miré a mi ex mujer, que estaba preciosa, pero parecía tan fría como siempre. -Lamento que te hayan molestado- Intenté afinar el oído para ver si había alguien más en casa pero no podía escuchar a nadie más.

Estuve esperando callada en la sala, la espera en esta sala de estar era muy incómodo, hacía ya tiempo que había dejado de frecuentar esta casa y aun así venía escasamente como ahora. Estaba jugando con el broche mi cartera cuando pronto levanté la mirada y di mirada hacia atrás al escuchar mi nombre. -Isao- Me levanté del sofá dejando la cartera para esperar que el se acercara. -Es lo único que puedo hacer, han sido muy buenos conmigo.- No me afectaba venir, me afectaba el que había fallado a los señores y más ver a mi ex-esposo, me ponía nerviosa.

Podía notar el nerviosismo de Satomi así que me acerqué a ella, era verdad que le debía mucho a mi familia, pero muchas veces me daba la impresión de que hacían esto por intentar juntarnos otra vez, y nosotros funcionábamos en algunas cosas, pero en otras no. -Estás preciosa- Le acaricié una mejilla pero después me alejé dos pasos carraspeando, debía comportarme, solo sonreíamos para los demás.

La relación con Isao no era del todo buena, habíamos terminado un poco alterados, pero al transcurrir este año habíamos logrado acordar mantener una vida un poco más en paz por bien de sus padres y salud mental de ambos. Claro que como Isao no había perdido el tiempo y sabía perfectamente ya tenía nueva compañera en citas, no sabía si eran casados o algo. Sin embargo, cuando escuché esa noticia no pude evitar sentirme mal y estar recluida en casa por una semana.

Solo mire hacia abajo para cuando el me acaricio la mejilla, no quería decirle nada, solo quería saber de que se trataba todo esto e irme. Pero pronto se separo y por fin pude alzar la mirada sin sentirme apenada y volver al sofá a sentarme. -supongo ha de ser algo público para que nos hayan hablado a los dos- era lo más lógico, no sentía alguna otra cosa más en esto, puesto que los padres de Isao eran tan formales y estrictos en las apariencias.

El ambiente era incomodo para ambos, puesto que no había nadie en casa solo nosotros dos. Inhalé profundo y volví a tomar la cartera en mis manos. -¿Cómo te ha ido?- pero al segundo después que pronuncié aquello me maldije internamente, no debí haberlo hecho. A mi no me importaba nada si le iba bien o no, o después iba a preguntarle si le iba bien con aquella fulana, me quería morir.

Estaba tan nerviosa que no puedo hacer otra cosa que sonreír. Siempre me había gustado eso de ella, como se sonrojaba cuando yo estaba cerca, y me alegraba que el divorcio no se haya llevado eso.
-Todo bien, trabajando, tratando de seguir la vida- Me senté a su lado y le acaricie el brazo ¿que hacia? -A veces te extraño- No sabía que me pasaba Para decirle eso ¿en qué estaba pensado?

Cuando por fin escuche su pregunta, me dio tranquilidad que no había mencionado nada más que su trabajo, en realidad no sabía que era lo que mi mente pensaba por que no debí haberle preguntado aquello. Sonreí de lado mientras asentía a sus palabras. -es lo mejor, el tiempo no perdona nada- respondí mientras me mordía las mejillas internamente para mantener la calma. 

Pero su toque en mi brazo me hizo morderme más fuerte y voltear a verlo un poco sorprendida. -no trates de mentirnos a los dos.- respondí mientras mis mejillas descansaban de la fuerte mordida que me había dado. Le tomé la mano que el tenía en mi brazo y la baje aunque no la solté.

Tomé su mano entre las mías y la acaricié observaádolas, me sentía estúpido por haber dicho aquello, estaba saliendo con Sun, pero aún así no había comparación con lo que había sentido con Satomi.
-Lo siento- Solté su mano y miré hacia la ventana esperando que llegara alguien para no seguir solos.

Voltee de nuevo a como estaba sentada y fije mi mirada en la cartera que descansaba en mi regazo, no entendía por que los dos estábamos de esta forma, al fin de cuentas ya estábamos separados, solo era una reunión de negocios y punto, pero los señores no llegaban y eso me ponía más nerviosa. -¿crees que tarden en llegar?- quería salir de ahí, no podía negar estaba nerviosa y mariposas o lo que fuera habían aparecido en mi estómago haciendo una revolución.

Mi teléfono sonó y me disculpe para ir a la otra habitación a contestar. Cuando regresé me quedé unos segundos observando a Satomi ¿Que había salido tan mal entre nosotros?
A veces odiaba todo el formalismo que llevaba el apellido Furukawa, habría sido todo más sencillo. Cada uno se habría ido por su lado y ahora no estaríamos en situaciones extrañas. Pero la vida no era nada sencilla, la gran dinastía Furukawa que ostentaba el título de la inmortalidad.
Aunque claro todo eran leyendas, o eso creía la gente porque nosotros eramos la prueba de que eran reales.
Y por algún motivo Satomi había acabado envuelta en todo esto, me maldije en el momento en que supe que acabaría en esto. Pensé que la libraría con nuestro divorcio pero ahí seguía, siendo parte de la farsa.

-Eran mis padres, no podrán unirse a nosotros- Me senté en el reposa brazos del sofá. -Pero esta noche hay una importante cena con empresarios y necesitan que estemos los dos, y que representemos nuestro papel- No me apetecía nada jugar al matrimonio feliz, pero era lo que pedían ellos y no había forma de negarse a algo que ordenara mi padre.